17 jun 2005

MIS POEMAS FAVORITOS




Yo tengo en el hogar un soberano
único a quien venera el alma mía;
es su corona de cabello cano,
la honra es su ley y la virtud su guía.

En lentas horas de miseria y duelo,
lleno de firme y varonil constancia,
guarda la fe con que me habló del cielo
en las horas primeras de mi infancia.

La amarga proscripción y la tristeza
en su alma abrieron incurable herida;
es un anciano, y lleva en su cabeza
el polvo del camino de la vida.

Ve del mundo las fieras tempestades,
de la suerte las horas desgraciadas,
y pasa, como Cristo el Tiberíades,
de pie sobre las horas encrespadas.

Seca su llanto, calla sus dolores,
y sólo en el deber sus ojos fijos,
recoge espinas y derrama flores
sobre la senda que trazó a sus hijos.

Me ha dicho: «A quien es bueno, la amargura
jamás en llanto sus mejillas moja:
en el mundo la flor de la ventura
al más ligero soplo se deshoja.

»Haz el bien sin temer el sacrificio,
el hombre ha de luchar sereno y fuerte,
y halla quien odia la maldad y el vicio
un tálamo de rosas en la muerte.

»Si eres pobre, confórmate y sé bueno;
si eres rico, protege al desgraciado,
y lo mismo en tu hogar que en el ajeno
guarda tu honor para vivir honrado.

»Ama la libertad, libre es el hombre
y su juez más severo es la conciencia;
tanto como tu honor guarda tu nombre,
pues mi nombre y mi honor forman tu herencia.»

Este código augusto, en mi alma pudo,
desde que lo escuché quedar grabado;
en todas las tormentas fue mi escudo,
de todas las borrascas me ha salvado.

Mi padre tiene en su mirar sereno
reflejo fiel de su conciencia honrada;
¡Cuánto consejo cariñoso y bueno
sorprendo en el fulgor de su mirada!

La nobleza del alma es su nobleza,
la gloria del deber forma su gloria;
es pobre, pero encierra su pobreza
la página más grande de su historia.

Siendo el culto de mi alma su cariño,
la suerte quiso que al honrar su nombre,
fuera el amor que me inspiró de niño
la más sagrada inspiración del hombre.

Quisiera el cielo que el canto que me inspira
siempre sus ojos con amor lo vean,
y de todos los versos de mi lira
estos dignos de su nombre sean.




Viendo a Garrik -- actor de la Inglaterra --
el pueblo al aplaudirlo le decía:
"Eres el más gracioso de la tierra,
y más feliz..." Y el cómico reía.
Víctimas del spleen, los altos lores
en sus noches más negras y pesadas,
iban a ver al rey de los actores,
y cambiaban su spleen en carcajadas.

Una vez, ante un médico famoso,
llegóse un hombre de mirar sombrío:
sufro -- le dijo --, un mal tan espantoso
como esta palidez del rostro mío.
Nada me causa encanto ni atractivo;
no me importan mi nombre ni mi suerte;
en un eterno spleen muriendo vivo,
y es mi única pasión la de la muerte.

- Viajad y os distraeréis. - ¡Tanto he viajado!
- Las lecturas buscad. - ¡Tanto he leído!
- Que os ame una mujer. - ¡Si soy amado!
- Un título adquirid. - ¡Noble he nacido!
- ¿Pobre seréis quizá? - Tengo riquezas.
- ¿De lisonjas gustáis? - ¡Tantas escucho!
- ¿Qué teneis de familia? - Mis tristezas.
- ¿Váis a los cementerios? - Mucho... mucho.
... - De vuestra vida actual ¿tenéis testigos?
- Sí, mas no dejo que me impongan yugos:
yo les llamo a los muertos mis amigos;
y les llamo a los vivos, mis verdugos.
Me deja -- agrega el médico -- perplejo
vuestro mal, y no debe acobardaros;
tomad hoy por receta este consejo
"Sólo viendo a Garrik podréis curaros".
- ¿A Garrik? - Sí, a Garrik... La más remisa
y austera sociedad le busca ansiosa;
todo aquel que lo ve muere de risa;
¡Tiene una gracia artística asombrosa!
- ¿Y a mí me hará reir? - ¡Ah! sí, os lo juro;
Él sí; nada más él; más... ¿qué os inquieta?
- Así -- dijo el enfermo --, no me curo:
¡Yo soy Garrik!... Cambiadme la receta.

¡Cuántos hay que, cansados de la vida,
enfermos de pesar, muertos de tedio,
hacen reir como el actor suicida,
sin encontrar para su mal remedio!
¡Ay! ¡Cuántas veces al reir se llora!
¡Nadie en lo alegre de la risa fíe,
Porque en los seres que el dolor devora
el alma llora cuendo el rostro ríe!
Si se muere la fe, si huye la calma,
si sólo abrojos nuestra planta pisa,
lanza a la faz la tempestad del alma
un relámpago triste: la sonrisa.
El carnaval del mundo engaña tanto,
que las vidas son breves mascaradas;
aquí aprendemos a reír con llanto,
y también a llorar con carcajadas.









Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,

¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...




A un cruzado caballero,
garrido y noble garzón,
en el palenque guerrero
le clavaron un acero
tan cerca del corazón,

que el físico al contemplarle,
tras verle y examinarle,
dijo: "Quedará sin vida
si se pretende sacarle
el venablo de la herida".

Por el dolor congojado,
triste, débil, desangrado,
después que tanto sufrió,
con el acero clavado
el caballero murió.

Pues el físico decía
que, en dicho caso, quien
una herida tal tenía,
con el venablo moría,
sin el venablo también.

¿No comprendes, Asunción,
la historia que te he contado,
la del garrido garzón
con el acero clavado
muy cerca del corazón?

Pues el caso es verdadero;
yo soy el herido, ingrata,
y tu amor es el acero:
¡si me lo quitas, me muero;
si me lo dejas, me mata!




La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro,
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.

El jardín puebla el triunfo de los pavos-reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y, vestido de rojo, piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.

¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?

¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar;
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo,
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte;
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.

¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real;
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.

¡Oh, quien fuera hipsipila que dejó la crisálida!
(La princesa está triste. La princesa está pálida.)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe
(La princesa está pálida. La princesa esta triste.)
más brillante que el alba, más hermoso que abril!

"--Calla, calla, princesa -dice el hada madrina-;
en caballo con alas, hacia aquí se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con su beso de amor."







Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… Yo no sé!

Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán talvez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema

Y el hombre… Pobre… pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!




Hermano, hoy estoy en el poyo de la casa,
¡donde nos haces una falta sin fondo!
Me acuerdo que jugábamos esta hora, y que mamá
nos acariciaba: "Pero, hijos...".
Ahora yo me escondo,
como antes, todas estas oraciones
vespertinas, y espero que tú no des conmigo.
Por la sala, el zaguán, los corredores,
después, te ocultas tú, y yo no doy contigo.
Me acuerdo que nos hacíamos llorar,
hermano, en aquel juego.
Miguel, tú te escondiste
una noche de agosto, al alborear;
pero, en vez de ocultarte riendo, estabas triste.
Y tu gemelo corazón de esas tardes
extintas se ha aburrido de no encontrarte. Y ya
cae sombra en el alma.
Oye, hermano, no tardes en salir.
Bueno... Puede inquietarse mamá.









Si era toda en tu verso la armonía del mundo,
¿dónde fuiste, Darío, la armonía a buscar?
Jardinero de Hesperia, ruiseñor de los mares,
corazón asombrado de la música astral,

¿te ha llevado Dionysos de su mano al infierno
y con las nuevas rosas triunfantes volverás?
¿Te han herido buscando la soñada Florida,
la fuente de la eterna juventud, capitán?

Que en esta lengua madre la clara historia quede;
corazones de todas las Españas, llorad.
Rubén Darío ha muerto en sus tierras de Oro,
esta nueva nos vino atravesando el mar.

Pongamos, españoles, en un severo mármol,
su nombre, flauta y lira, y una inscripción no más:
Nadie esta lira pulse, si no es el mismo Apolo,
nadie esta flauta suene, si no es el mismo Pan.








Llovía torrencialmente en la estancia del parrón
y como adorando al fogón estaba toda la gente
dijo un viejo de repente:

"les voy a contar un cuento,
ahora que el agua y el viento traen a la memoria mía,
cosas que nadie sabia y que yo diré al momento.
Tal vez tenga que luchar con mas de un inconveniente
pa que resista la mente el cuento sin lagrimear
pero Dios que supo dar paciencia a mi corazón
tal vez en esta ocasión venga a alumbrar con su reflejo
el alma de un gaucho viejo que ya lo espera el cajón.

Alcáncenme un amargo
pa que suavice mi pecho...
que voy a entrar derecho al asunto, por que es largo
haré "juerza" sin embargo pa llegar hasta el final
y si atiende cada cual con espíritu sereno
verán como un hombre bueno
llego a hacerse criminal

hay cosas que no puedo detallar como es debido,
una por que se han perdido
otra por que tengo miedo.
Pero ya que en el "enrriedo" los metí pido atención
que si la imaginación me ayuda en este momento
conocerán por mi cuento la leyenda... del Parrón

Sesenta años... quien diría,
que vivo aquí en estos "pagos"
sin conocer mas halagos que la gran tristeza mía
sesenta años no es un día, pueden tenerlo por cierto
pues si mis dichas han muerto ahora tengo la "virtu"
de ser pa esta "juventu" lo "mesmo" que un libro abierto..."

Iban a golpear las manos por lo que el viejo decía...
pero una lagrima fría los detuvo a los paisanos...
"hay sentimientos humanos"... dijo el viejo conmovido
"que los años con sus ruidos no borran de la memoria
y este cuento es una historia que pa mi... no tiene olvido...

allá por mis años de mozo, y perdonen la distancia,
sucedió que en esta estancia hubo un crimen misterioso...
en un alazán precioso llego aquí un desconocido,
mozo lindo muy cumplido
que al hablar con el patrón, quedo en estancia de "pion"
siendo después muy querido...

al poco tiempo no mas, el amor lo picoteo
y el mocito se caso con la hija del capataz...
todo marchaba al compás de la dicha y del amor...
y pa grandeza mayor, Dios les mando con cariño
un blanco y hermoso niño... mas bonito que una flor.

Iban pasando los años, muy felices en su choza,
ella alegre y buena moza...
el, "juerte" y sin desengaños...
pero... misterios extraños llegaron...
la traición, deshizo del mocetón sus mas queridos anhelos...
y el fantasma de los celos, se clavo en su corazón...

aguanto el hombre... callao, hasta dar con la evidencia
y un día fingió una ausencia que jamas había pensado...
dijo que tenia un "ganao" que llevar pa la tablada
que era una buena volada pa ganarse algunos pesos
y así entre risas y besos, se despidió de su amada...

A la una de la mañana, del otro día justamente,
volvió el hombre convertido en fiera humana
de un golpe hecho la ventana contra el suelo en mil pedazos
y avanzando a grandes pasos...
ciego de rabia, y dolor...
vido que su único amor descansaba en otros brazos...

con un sordo movimiento en seguida se sintió,
después un cuerpo callo, otro cuerpo en el momento...
ni un quejido, ni un lamento salió de la habitación...
y pa concluir su misión, cuando los vio bien "dijuntos"
los enterró a los dos juntos donde hoy se encuentra el Parron...

en la estancia se sabia que la ingrata la engañaba,
pero a el "naiden" le contaba la desgracia en que vivía,
por eso que la "polecia" no hozo caso mayormente pues dijeron
"la inocente se "jue" con su gavilán...
en cambio los dos están... descansando eternamente..."

"¡hayjuna!" grito un paisano...
"¡si es así lo que habla el viejo... ese era un macho canejo!
yo le besaría las manos"
"yo soy"... respondió el anciano...
"venga hijo, beseme...
yo "jui" "mijo", el que mate a tu madre desgraciada
por que en la cama abrazada con otro hombre la encontré"
"hizo bien tata querido"
dijo el hijo sin rencor...
"venga viejo, lo perdono por lo tanto que he sufrido...
pero ahora tata le pido, que no la maldiga mas
que si "jue" mala y audaz, por mi...
por mi perdónela padre, que una madre siempre es madre...
déjela que duerma en paz"...

los dos hombres se abrazaron,
como nunca lo habían hecho... juntando pecho con pecho
como dos niños lloraron
padre e hijo se besaron pero con tal sentimiento
que ni el humano pensamiento puede pintar,
ahora la escena conmovedora
de aquel trágico momento,
los ojos de aquella gente con el llanto se inundaron
y todos mudos quedaron bajo el silencio imponente
Volvió a decir el viejo nuevamente allí están... en el mojon",
y poniendo el corazón el anciano en lo que dijo, le pidió perdón al hijo...
y el hijo le dio el perdón...






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